lunes, octubre 29, 2007

NUESTRAS PROPIAS TELARAÑAS


Fotograma 61:

"Su vecino amigable, el Hombre Araña"

Ir de campamento a la montaña o al campo parece ser un sinónimo de polillas, moscas y bicharracos de toda índole. Sin duda, las arañas no son la excepción ... aunque una no muy agradable para quienes nunca gozaron con las aventuras del arácnido superhéroe durante su infancia.

Qué rico es ir a un paraje donde la internet, el teléfono o los celulares, parecen haberse enredado entre tanto follaje y espesura arbórea, convirtiendo a estos verdaderos santuarios del descanso en una suerte de realidades paralelas o alternas, cuya atmósfera te convence a través de aromas, sensaciones y reflexiones a dar un paseo de vuelta a lo básico y hermoso de la vida: La simpleza.

"Mirar todo como por primera vez", dijo en alguna ocasión algún docente perdido en esa infinita bóveda llamada memoria ... y vaya que tenía razón. Sin duda, la capacidad de asombrarse por aquello que nos circunda va directamente tomada de la mano de nuestras ganas de atreverse a mirar las cosas desde otro ángulo ... uno nuevo, desconocido, motivante y revelador.

La vida trabaja de la misma manera. Situarnos en un punto o en otro para analizar y revisar una situación depende muchas veces de nuestras ganas de querer ver más allá de nuestras arraigadas y tozudas maneras de ver la realidad ... no es fácil el ejercicio, pero una vez alcanzado, nos entregarán herramientas que pocos poseen, y que muchos jamás siquiera llegarán a sospechar de su existencia: La autocrítica y la tolerancia.

No digo con esto que haya alcanzado tal condición, pero es un ejercicio que trato de llevar a cabo. Ciertamente ha habido tanto éxitos como fracasos, pues las variables que se manejan, muchas veces escapan a las lógicas racionales que cualquier individuo desease tener en una situación netamente emocional.

No propongo una racionalización de nuestras emociones, mas sí una búsqueda de un equilibrio que nos evite transformarnos en máquinas de sangre, que sólo combustionan a través de las vísceras, sin permitirnos el lujo de volvernos tan fríos como el más vil de los conspiradores.

No permitamos que nuestro ego y una mal entendida soberbia nos atrape dentro de una gran telaraña, que los años se encargarán de fortalecer y hacer más difícil de zafarnos. No nos convirtamos en unas verdaderas barredoras que ven en la más mínima disensión, el ataque más profundo y desleal que puedan recibir en un órgano vital para muchos, inexistente para otros y relativo para algunos ... el orgullo.


viernes, octubre 26, 2007

TEXTURAS


Fotograma 60:

"Texturas"

Capturar texturas. Es satisfactorio cuando las atrapas en su magnitud y permeas a través de la imagen las sensación de casi estar tocando lo que ves. Un ejercicio a todas luces excitante para la mirada, pues por unos segundos logra atraparla logrando engañarla de manera pasajera.

Un lente macro es la herramienta ideal para aquellos que nos gusta fijarnos en detalles que a simple vista pasan desapercibidos. Una moneda, un billete, una flor ... todo aquel micro mundo que nos rodea, pero que por no poseer la capacidad óptica para apreciarlo ni el tiempo para buscar el cómo hacerlo pasamos por alto.

La iluminación también juega un papel fundamental en este ejercicio. Dependiendo de donde se ubique ésta, nos permitirá realzar ciertas características del objetivo, otorgándole mayor o menor riqueza tectónica. Es como aquella gastada imagen de la cara sobre la linterna en una fogata ... que junto con producir sensaciones acordes a los relatos contados, remarca los aspectos más duros del sujeto ... haciéndolo parecer más terrorífico.

Una luz cenital, en cambio, modifica las cosas. Remarca las sobras en los ojos, hundiéndolos y entregándonos una textura más plana. Una iluminación lateral levanta aquellas arrugas que a simple vista no se ven ... es aquí donde esto parece tener sentido ... al menos para mi.

Es increíble pensar que el sólo cambio de la fuente de iluminación puede cambiar por completo el sentido de una fotografía y entregarnos el infinito placer de contemplar la aspereza o suavidad de una superficie, sin que podamos tocarla, pero sí sentirla.


martes, octubre 23, 2007

"¡¡¡ SUBIEEEEEENDOOOOOOO!!!"


Fotograma 59:

"Sube y Baja"


No se trata de la película de Mario Moreno "Cantinflas", sino de lo que pasa de manera inevitable en supermercados, edificios, centros comerciales, y porqué no decirlo, en nuestras vidas.

¿Se imaginan la vida fuera sólo subidas, momentos altos y nada de amarguras y sinsabores? Quizás nos habríamos convertido en unos eximios soberbios y prepotentes de primer nivel, sin ningún atisbo de humildad ni de ejercicios por la autosuperación. Todo estaría "siempre bien".

Por lo mismo me es increíble conocer de personas que parecen tener un contrato indefinido con la mala suerte y ser devotos fieles de la iglesia del mal vivir, desde donde pregonan su infalibilidad para con las relaciones humanas. Ellos nunca se equivocan, mas sí el resto de los comunes mortales.

Retomando este constante subir y bajar empírico de la vida, creo que la clave de aquellas zambullidas en la parte menos amable de la realidad dice relación con el ponernos en nuestro lugar. La vida siempre se encargará de decirnos quiénes somos y en nuestras manos estará el saber identificar y tomar los elementos que finalmente nos permitan ser mejores personas.


viernes, octubre 19, 2007

CRUZANDO EL PUENTE


Fotograma 58:

"Rumbo hacia lo desconocido"

Luego de encontrar la verdadera magia que te permite no caer, proseguí la travesía hacia la cual había sido encomendado, pese a no saber su objetivo. Un sentimiento por lo demás extraño pero a la vez motivante. La adrenalina que produce no saber a qué te enfrentarás, puede moverte y llevarte hacia muchas partes.

Tras mi "conversación" con el centenario árbol, me dirigí hacia el sendero que me indicó con su ramaje. Parecía ser acogedor y seguro. Había un puente sobre un riachuelo que me mostraba tímidamente un sendero que se perdía en el follaje verde del cerro. Caminé.

Había muchas preguntas que afloraban en mi cabeza sin la posibilidad de hallar una respuesta certera a alguna de ellas. De pronto, y ya bien internado en lo profundo del camino, pude comenzar a observar algunas de mis pisadas delante de mi. ¿Es que acaso había caminado en círculos? Era bastante improbable, pues los senderos tenía una clara y marcada dirección.

Me sentí confundido y abrumado. Creí no haber dado pasos en falso ni haber tomado decisiones erradas, pero las pisadas ante mis ojos evidenciaban lo contrario. Debía replantearme el camino antes de seguir adelante.

Fue en ese minuto cuando el dicho "no ver el bosque por culpa de los árboles" se vino a mi mente. No había comprendido de manera global lo que estaba viviendo, ni que era lo mejor para avanzar sin tropiezos ni con las menores caídas posibles. Pese a ello, el camino ya estaba recorrido y era hora de levantarse y seguir adelante ...

Continuará ...

jueves, octubre 18, 2007

LO QUE EL ÁRBOL ME SEÑALÓ


Fotograma 57:

"Camino hacia lo natural"

La naturaleza siempre se encarga de bajarnos de nuestras egoístas nubes y recordarnos de que en la simpleza muchas veces podemos encontrar lo que buscamos. Es difícil entender que la complejización de nuestro entorno ha acarreado consigo la misma suerte para nuestras aturdidas mentes, dejando de lado algo que nunca debiésemos pasar por alto: La sencillez.

Una simple caminata, un paseo más contemplativo o quizás una simple taza de café con los audífonos al volumen que desees, pueden parapetarnos de un exterior que en muchas de las ocasiones se muestra agresivo y hostil. Ajeno y frío.

En una búsqueda incierta me encontré en un paraje pocas veces visitado, casi desconocido, pero exquisitamente acogedor. No sabía porqué estaba allí, ni quién me había llevado a tal lugar. Sólo estaba yo, un gran árbol y una serie de senderos cuyo destino era incierto. Por lo menos para mí.

Ignorando lo que buscaba, pregunté al árbol hacia dónde debía seguir. Impaciente por una respuesta, golpeé el tronco sin respuesta alguna, lo que acrecentó mi frustración. De pronto, y ya casi rendido, me senté en la parte baja del centenario especímen ... quizás, esperando a que algo pasara. Necesitaba una señal.

De pronto, unas hojas cayeron delante de mi. "Debe ser el viento", pensé, pero ni un atisbo de brisa podía uno sentir en aquel momento.

Se trataba del árbol. Había escuchado mis cuestionamientos, e intentaba contestarlos. Debido a su senectud, no era capaz de emitir sonido alguno, pero si era capaz de estirar sus ramas y mostrarme el camino que yo buscaba, no el que él me señalaba.

De inmediato comprendí que estaba ahi por una razón y debía descubrirla ... y no me detendría hasta averiguarlo ... había encontrado la magia dentro de mí, la que te permite avanzar y no detenerte pese a las caídas ...


Continuará ...